Poemas del Tio Ruben Morante

A mis padres:

Un brindis pido señores, no es un brindis cualquiera, brindo por los españoles que abandonaron su tierra.

Esos españoles viejos de espíritu y sangre terca, que sin miedo y sin complejos cruzaron aquella cerca.

Pobres, pero no harapientos, con orgullo de primera, con hermosos sentimientos y una ambición tesonera.

Era todo su equipaje, una pequeña maleta, un crucifijo, un pasaje, y una cartera incompleta.

Un retrato de su madre, un pañuelo de la novia, un reloj que fue del padre y una sonrisa muy sobria.

Dejaba atrás la tierruca que fue la que lo vio nacer, quizá en años, quizá nunca, nunca la volverá a ver...

Dejaba a su madrecita que no hace mucho enviudó, una viejita bonita que tanto sufrió y lloró.

Dejaba casa y amigos, hermanos y aquella novia que lo invadió de suspiros en los momentos de gloria.

Partía hacia el Nuevo Mundo con un llanto agonizante, pensando meditabundo en volverse un inmigrante

El realizó su transporte en un barco de tercera, en un triste camarote y una modesta litera que no le admite otra igual, al lograr con emoción un modesto capital. 

Eran viajes que tardaban veinte y hasta treinta días y, que a eso le agregaban lo poco y mal que comías.
Inmigrante que llegaste a tierras americanas, que sufriste, y trabajaste, y al final de mil semanas lograste algo muy tuyo, que hoy contemplan tus canas fue el dinero y fue el orgullo, orgullo por triunfar con ganas.
Superando sinsabores y haber dormido en los suelos, alumbrando con faroles los llantos y desconsuelos.
Con trabajo, con desvelos, comiendo el rico frijol, defendiendo tus anhelos y el honor del español.
Con nostalgias día a día, con el corazón partido recordabas la armonía de tus seres tan queridos.
No se te olvida ese caso entre las muchas promesas, que si te invade el fracaso a tu España no regresas.
No regresas derrotado ya que el orgullo era tal, que moriría avergonzado antes que aceptar el mal.
Mala suerte, creo yo, gajes que tiene la vida, quizá el destino influyó, quizá perdió la partida.
Y si al contrario en su intento logró superar la hazaña, está feliz y contento por triunfar en la campaña.

Tendrá esa satisfacción Que el trabajo tesonero y ese Dios que lo acompaña lograron con fervor sincero que regresara a su España.

Más... no será ya la misma la España que tu dejaste, notarás otro carisma notarás otro contraste.

Notarás que ya en tu casa tu madre ya no se encuentra, notarás que el tiempo pasa ocasionando esta afrenta.

Tus amigos ya están viejos, muchos muertos de esos años, los jóvenes te ven, perplejos, y te tratan como extraño.

Notarás el modernismo de las chicas de estos días, y verás con pesimismo que esas lindas Romerías son una tradición rota, cambiaron las bulerías, cambiaron hasta la Jota por modernas melodías.

Te encontrarás solo y triste en medio de tanta gente, gente que no conociste, que practica nuevo ambiente.

Entonces tú pensarás y seguirás cavilando, mas luego recordarás, tu otra patria esta esperando.

La otra patria en que un hogar piensa ansioso en tu regreso, patria que te vio triunfar, patria que te dio el progreso, que te acogió aquella vez que llegaste tembloroso como un angustiado pez que del mar siente el acoso.

La que fue tu patria chica que te ofreció sus matices, que su tierra te salpica fermentando tus raíces.

México que su amor te dio cuando tocaste sus puertos, México que te recibió con los brazos muy abiertos.

Rubén Morante Diez.