viernes, 18 de marzo de 2011

Medio siglo en mi segunda patria breve memoria de Baltasar Morante Diez

Este es un documento que me acaba de llegar,  me lo envió mi querida Hermana Cristina, ella lo obtuvo de la querida Tía Pilar .
Te sugiero que tomes un cafecito y que te des el tiempo para leerlo y disfrutarlo, es sin lugar a dudas, un documento invaluable y bellísimo.
Me permití enriquecerlo con algunas fotografías y enlaces, que muestran parte de lo que se va  narrando, los enlaces están escritos en azul, solo da click en la palabra y lo veras, al terminar de ver el enlace, dale back para regresar al blog.
Disfrútalo pues!


Baltasar Morante Diez



El día 2 de enero de 1892, nací en el pueblo de Casavegas, provincia de Palencia, antiguo reino de León.
Procedí de familia sencilla y honrada natural del país.  
Mis padres fueron Esteban Morante y Mauricia Diez, que se dedicaban al cultivo de la tierra.
Fui el primogénito de 6 hermanos, de los cuales uno es difunto y 4 viven aun y que son Encarnación, Manuel, Grimbaldo y Josefa.
Los primeros años de mi vida transcurrieron monótonos y tranquilos ayudando a mis padres en las labores del campo. Siendo yo el mayor de mis hermanos y no habiendo educación para determinada carrera, empecé muy pronto a soñar con todo genero de fantasías, germinando en mi mente la idea de trasladarme a la lejana América, de la que tanta ponderación se hacia en mi país y en donde vivía un tío mío, Don Manuel Diez, con importante y próspera negociación mercantil.
Pensaba, como fue, que con su ayuda podría yo alcanzar cimas que en mi pueblo y al lado de mis padres jamás alcanzaría.
En Casavegas los horizontes eran muy limitados y mis aspiraciones muy grandes.
Todas las  noches me acostaba acariciando el mismo sueño, hasta que un día, invoqué la ayuda de mi tía Doña Epifanía Diez, que por aquel entonces se encontraba estudiando en uno de los mejores colegios de Valladolid y que tenia gran ascendiente sobre mi tío Don Manuel, para que influyera en su ánimo y me proporcionara una colocación en su negociación de América.
Cruzar el océano e ir lejos, se había convertido en mí en una obsesión.
Mis fantasías y mis deseos de superación eran cada vez mayores.
Mi tía Doña Epifanía acogió mi ruego con toda bondad y empeño y cuando menos lo esperaba, me comunica que mi tío me aceptaba en su negocio.
El alborozo que experimenté en ese instante es indescriptible.
Mi sueño se convertía en realidad, mi tía Doña Epifanía había cumplido fielmente su ofrecimiento.
El agradecimiento que mi corazón a través de toda mi vida le ha guardado es inmenso, gracias a ella y a sus buenos oficios ante mi    tío, pude venir a esta tierra promisoria y ser lo que soy, ella fue la clave que torciera los rumbos de mi destino.
De mi tío Don Manuel, venero su memoria, para mi fue siempre un guía, su ejemplo y su consejo me formaron.
Mi esposa, mis hijos y yo, guardamos para ellos lo mejor de nuestros sentimientos.
El ansiado día de la partida llego por fin, el lunes 18 de octubre de 1909, sin mas bagaje que las bendiciones de mi madre, los consejos de mi padre y una pequeña maleta con escasa ropa, pero repleta de ilusiones, en medio del llanto y los abrazos, deje el pueblo de Casavegas y el calor del hogar paterno para abrirme paso en la vida.....
El chaval, se convertía en hombre.
Abordé en el tren que después de un larguísimo día de viaje me llevo a Santander, donde embarqué en el trasatlántico Alfonso Xlll que poco después soltaba sus amarras y levantando anclas, enderezaba su proa hacia el Nuevo Mundo, mundo nuevo para mi, meta de ilusiones.
Minutos después, horas quizá, no lo recuerdo, las costas de mi patria se perdían en la distancia.....
El cielo estaba sereno y el mar tranquilo, su inmensidad me hizo pensar en la grandeza de Dios y a EL confiaba mi destino.
Veinte días duró la travesía y después de una escala en la Habana, donde el Fuerte del Morro levanta su recia mole como prueba perdurable de glorias pasadas y ejemplo viviente de lo que con el esfuerzo y la voluntad puede realizar el hombre, desembarqué en Veracruz el  martes 9 de noviembre, HABÍA PISADO POR FIN, LA BENDITA TIERRA MEXICANA, LUGAR DE MIS ANHELOS Y ESPERANZAS, esa misma noche, aborde el otro tren puntualísimo F.C. Mexicano que me condujo a esta mi querida y providente Orizaba, punto final de mi viaje.
En amplios andenes de su estación, me esperaba mi tío Don Manuel, único familiar que entonces tenía en México, en la actualidad somos 122 y después de los saludos y cambios de impresiones  de rigor, me condujo a su casa.
Desperté muy temprano a la mañana siguiente y me pregunte donde estaba, me incorpore en la cama restregándome los ojos y me di cuenta al fin, iba a empezar mi nueva vida.
Era el alba gris y fresca y producía una deliciosa sensación e paz y reposo, la serena calma en que todo estaba, muy lejos se oyó el canto de un gallo, otro le contesto, después se percibió el martilleo de un carpintero, poco a poco el gris del amanecer fue blanqueando y al poco tiempo, los sonidos eran muchos y la vida cotidiana surgía.
El día estaba lleno de esplendor, era una mañana fresca y luminosa de otoño.
En mi corazón había un canto que subía hasta los labios.
Estaba ansioso de movimiento.
Fui conducido al establecimiento de mi tío, estaba ubicado donde hoy se encuentra el Cine Real.
Mis ojos asombrados veían las grandes bodegas llenas de mercancías, la tienda era muy amplia con grandes armazones adosados a las paredes, el mostrador muy largo y ancho, atrás de el los dependientes estaban derechos como huesos y mas serios que un funeral. Me sentí temeroso. Tenia 17 años....
Recibí las instrucciones para desempeñar mi trabajo, al que inmediatamente di principio, después de haber recibido el equipo para el mismo. Este consistió en una escoba, una cubeta y un cepillo, lo que vino después, Uds. ya podrán figurárselo.
En  el desempeño de estos menesteres estuve algún tiempo, me sabia de memoria el numero de ladrillos que tenia la tienda y cada una de las hendiduras del piso me eran familiares. Pero mi destino no era este, después fue promovido a empleado de la oficina, ocupando el puesto de ayudante de facturista y el de titular de este departamento, mas tarde me ascendieron a ayudante de cajero y al faltar éste, tome posesión del puesto principal.
Ya para entonces al mozo que barría, lo veía con simpatía y lo compadecía en el fondo de mí ser.
El puesto de cajero principal lo ocupe hasta 1916, en que continuando mi rampa ascendente, me nombraron administrador de la muy importante sucursal que la negociación tenía en la vecina Villa de Nogales,  enclavada en el corazón de la región obrera, motor principalísimo de la economía Orizabeña.
Únicamente tres años estuve en Nogales, pues por causas ajenas a  nuestra voluntad e íntimamente ligadas a la política de aquella época revolucionaria, hubo necesidad de trasladar parcialmente los negocios a la Ciudad de México, donde me fui al frente de los mismos como Apoderado General.
Dejaba yo la tranquilidad provinciana y el destino me llevaba a la capital, que como verán ustedes mas adelante, mi estancia en ella registro fechas imperecederas en mis recuerdo y definitivas en mi vida.
Mi tío Don Manuel, en el transcurso de los años, me había tomado cariño y gran confianza y yo veía que mis esfuerzos y mis desvelos no habían sido en vano.
M i tío Don Manuel, espíritu justiciero y bondadoso y además hombre de gran inteligencia, me había ido formando y estimulando poco  a   poco. Así como México ha sido  para mi una segunda patria y un suelo muy prodigo, mi tío Don Manuel, no solamente fue mi benefactor, sino algo mas, MI SEGUNDO PADRE. Aquella cubeta, aquel cepillo y aquella escoba que fueran mi primer equipo de trabajo, se habían transformado en la investidura del apoderado general de la negociación, en el transcurso de los años.
Mi comportamiento en el desempeño de este puesto fue de tan el agrado de mi tío que colmando todas mis aspiraciones me hizo socio de la negociación, donde además, tenia yo invertidos los ahorros  de toda mis vida, fruto de muchas privaciones.
La fortuna me sonreía, navegaba yo en el mar de prosperidad viento en popa y no tardaría en alcanzar todo lo que el hombre de mi edad de entonces podía desear.     1922  Petra Orozco Garcia
Y fue precisamente el domingo 7 de mayo de 1922, en que contraje matrimonio con la que ha sido fiel y amorosa compañera de mi vida  y que con sus grandes  cualidades y cariño, me ha levantado en los momentos difíciles y penosos de mi existencia, pues no todo ha sido dicha en mi vida, he tenido penas muy grandes, he saboreado el acíbar de las envidias y las ruindades, pero gracias a ellas, como antes digo, he logrado superarme en esas difíciles pruebas, gracias a ella también, hemos podido formar una digna familia, que es nuestro mas legitimo orgullo y en el orden material con su ayuda, he logrado el desahogo económico, producto del orden del trabajo y del ahorro.

                      





Mi traslado de Orizaba a la Ciudad de México, fue tan decisivo en mi vida como la salida de mi patria.
En el mismo mes que contraje matrimonio, regrese nuevamente a esta  querida Orizaba.
Las causas que habían motivado el traslado del negocio a la capital habían desaparecido completamente y de común acuerdo con mi tío nos reconcentramos, quedando como antes.
Ya para entonces, la negociación había crecido notablemente, nos habíamos mudado a la casa contigua y la importancia de la firma era muy grande en el ramo de abarrotes,  éramos los principales en la ciudad y en el ramo de ropa éramos los primeros en el estado.
Mi señora y yo establecimos nuestro domicilio en una casa de la calle Gorostiza, hoy Poniente 5, donde vivimos varios años, para mudarnos después a la casa donde hasta la fecha nos encontramos.
        
De nuestra unión  nacieron 6 hijos 2 varones y 4 mujeres, casados todos en la actualidad y que nos han dado  22 nietos que han venido a  inyectarnos  nuevos bríos y un gusto mas en nuestra vejez.
Mi vida era por demás feliz y tranquila, mis hermanos Manuel y Grimbaldo ya habían venido a Orizaba y se encontraban trabajando conmigo en la negociación, hasta que llego el año fatal de 1933, en que mi tío Don Manuel murió, llenando de luto nuestros corazones y provocando la inevitable separación de intereses en la negociación.
La viuda de Don Manuel y sus hermanos, se quedaron con los negocios y mis hermanos Manuel y Grimbaldo junto conmigo, fuimos liquidados de común acuerdo y fundamos la casa MORANTE DIEZ en el sitio donde hoy están los Almacenes Blanco.

Trabajamos siempre en perfecta armonía los 3 hermanos durante 12 años, hasta 1946, en que a nuestra vez acordamos dividirnos.

 Vendimos el negocio para el efecto a nuestro cuñado Manuel Junco, habiendo tomado cada uno de nosotros distinto camino.

Mi hermano Manuel regreso a España,  donde aun se encuentra, Grimbaldo se estableció con el mismo ramo de ropa y yo junto con mis hijos funde la FERRETERA ORIZABEÑA,

 la estación de servicio automovilístico SERVICIO MORANTE

foto pendiente

 y ultramarinos CASAVEGAS últimamente.

 50 años en México Que pronto se dicen, vuelvo mis ojos retrospectivamente al ayer y me sumo en los recuerdos.........
Me ha tocado presenciar la transformación de México y en particular la esta Lluviosilla, como han cambiado las costumbres, como han cambiado los hombres, como ha cambiado todo.
Cuando llegue a este privilegiado valle, la ciudad era apacible y tranquila, sus calles estaban empedradas y apenas eran cruzadas de tarde en tarde por algún camión o automóvil, el transporte de pasajeros y de carga lo hacia en la ciudad, el ferrocarril urbano, importantísima empresa de su tiempo que contaba con una gran red de vías en toda la ciudad y que se extenderían desde Sta. Rosa, hoy Cd. Mendoza, hasta los pueblo de Escámela y Tuxpango, además comunicaba entre si a algunos barrios de la ciudad como el de Alameda, el de la Estación y el del Mercado.
Nada perturbaba la calma. Los Orizabeños vivían muy tranquilos, los jueves y domingos de las 7 a las 9 de a noche había en el parque Castillo, las familias asistían a escucharla formando corrillos y animadas conversaciones.
El teatro Gala era un lugar muy distinguido y las mejores Compañías desfilaron por su foro y  una concurrencia decente lo frecuentaba.
La Lonja Orizabeña,  era un club superlativo y de no fácil acceso, la colonia Española, celebraba fastuosamente las fiestas de La Raza, en nuestra hermosa Alameda se organizaban animadas Kermeses, en donde los industriales y el comercio competían por presentar el Stand mejor arreglado.
Los preciosos alrededores de la ciudad, ignorados por las generaciones actuales, los frecuentaban  las familias en alegres días de campo.
En aquel entonces, las letras de cambio y los pagares se liquidaban exactamente el día de su vencimiento y los rebeldes sin causa no se conocían.
En fin, he visto mucho en este siglo tan lleno de acontecimientos notables y que cansaría yo a Uds. siguiendo con la relación de mis recuerdos, baste decirles, que son muchos los que me han hecho venturosa la existencia, me he visto honrado y distinguido por la sociedad Orizabeña, que me ha conferido diversos cargos, bien sea en instituciones de beneficencia, como en clubes sociales o juntas y comités que se encarguen de promover  obras materiales de interés publico.

Ya para terminar  solo me resta decirles a Uds. que esta convivialidad a que los he invitado y que me ha proporcionado uno de los gustos mas grandes de mis  vida, fue con el objeto de reunir a parientes y amigos, es decir a  los afectos verdaderos, en torno de una misma mesa, para compartir  juntos el pan y la sal de la amistad, pero como no hay dicha completa tengo que lamentar la ausencia de algunos seres queridos.
Y también, expresarles a todos Uds. mi agradecimiento por la amistad que me han brindado siempre, contribuyendo así a los momentos felices de mi vida.
Darles públicamente las gracias y expresar mi agradecimiento infinito a mi tía Doña Epifanía Diez, que hace 50 años hizo posible mi viaje y que como dije al principio de mi relato, ella fue la clave  que torciera los rumbos de  mi destino, a mi tío Don Manuel Diez, que me recibió en el seno de su negocio y que  también como dije antes, su ejemplo y consejo me formaron.
Muy especialmente a MÉXICO, mi segunda y querida patria, cuya tradicional hospitalidad hizo posible mi vida bajo su cielo protector, a esta Orizaba de benigno clima, de fértil suelo, de cómodo sitio y leal pueblo por mil títulos amada, donde he pasado la mayor y mejor parte de mi vida, donde he formado mi hogar y donde he sido feliz y dichoso.
Después de  estos momentos, queridos parientes y queridos amigos, ya puedo morir tranquilo.
He cumplido con el sagrado deber de expresar mi gratitud y haber tenido la suerte de reunirlos a todos ustedes.
Contemplando el horizonte de mi vida, veo el sol que muere, el lucero de la tarde surge atrás de la montaña anunciando ya la noche......
Me siento feliz y tranquilo......
Nuevamente a todos ustedes, mi agradecimiento y el de mi familia por el  resto de nuestra vida.


                                  Orizaba, Ver. A 9 de Noviembre de 1959.


7 comentarios:

  1. Elena Morante Lopezmarzo 20, 2011 7:23 p. m.

    Primo... que documento tan interesante.... fíjate que mi papá le tuvo gran cariño a su tio Manolo... como lo llamaba que por eso mi hermano se llama Carlos Manuel.......

    ResponderEliminar
  2. Antonio gomez Morantemarzo 20, 2011 7:27 p. m.

    Felipe:



    Ya me registre en el blog, creo que estás haciendo algo muy importante, espero que tu esfuerzo tenga los resultados, que deseas y puedas unir a todos en breve te voy a mandar algunas fotografías de mis hijas en la actividad que tenemos en familia

    ResponderEliminar
  3. Felipe, que bueno que lo subiste, y que padre que con fotos y todo!
    Alguien tendra fotos de los abuelos mas jovenes???? Creo que siempre he visto las mismas. =)
    Oye, por que no creas un link desde la pagina de los abualos a esta carta para que no se quede como archivio?

    ResponderEliminar
  4. Que bueno que te gusto Lucy...
    Entraste a los enlaces?
    Me han llegado algunas fotos de los abuelos, en un rato mas las subo.
    Besos

    ResponderEliminar
  5. tinsywinsy2010@hotmail.comnoviembre 21, 2011 9:28 p. m.

    lastima margarito, la foto de la gasolinera ya sabes lo que paso, es realmente una pena que cambiara de dueño, bueno es de todos y sabido es que jamas la subira, pero lo que nunca podra quitar es lo bello que se guarda en la memoria, alguien mas por ahi tendra una copia, de todas maneras hermano, el trabajo que nos regalas a todos en invaluable, y si es muy bonito verlo como tan bellamente lo haz realizado, mis respetos y reconocimientos a tan bella labor emprendida TE QUIERO

    ResponderEliminar
  6. Hola!!! soy Javier Martínez Aguilar, hijo de Javier Martínez Díez y bisnieto de Manuel y Epifania Díez, les agradezco haber puesto esto en la red, se me hizo un nudo en la garganta saber lo apreciados que fueron mis bisabuelos!!!
    Saludos,
    JMA

    ResponderEliminar

Gracias por tus palabras y tu Participación.
Aprovecha este espacio para dejar tu huella dentro del archivo familiar, quizás dentro de muchos años, alguno de tus nietos, o bisnietos lo lea...
Te aseguro que se sentirá feliz de ver lo que su abuelo(a), o bis abuelo(a) pensaba y como era su entorno y vida familiar.
Si se te complica incluir el comentario, puedes enviármelo a: felipefdzm@hotmail.com con gusto lo publicare por ti
VIVA LA FAMILIA!!!!!